Educación y Entorno: una mirada sobre el potencial pedagógico de la naturaleza

En los últimos años, el vínculo entre naturaleza y educación ha despertado un renovado interés tanto en el ámbito académico como en el pedagógico. Numerosas investigaciones coinciden en que el contacto frecuente con entornos naturales favorece el desarrollo cognitivo, emocional y físico en la infancia, y que su incorporación en la vida escolar no solo mejora el bienestar, sino que también potencia el aprendizaje.

Lejos de ser una simple pausa recreativa, la naturaleza puede asumir un rol activo en los procesos educativos cuando se integra de forma intencionada y equilibrada al diseño curricular. La enseñanza cobra nueva fuerza cuando se conecta con el entorno vivo que nos rodea.

El caso CEIA

Un ejemplo de esta integración de ambos mundos es CEIA, . Nuestra propuesta educativa combina espacios internos amplios, luminosos y  bien equipadas con (proyectores, bibliotecas, espacios de trabajo colaborativo, etc.) con un entorno privilegiado que incluye huertas, senderos nativos, bosques y múltiples espacios exteriores

En CEIA, el parque natural que rodea la institución se convierte en un escenario pedagógico vivo. Allí se organizan encuentros  familiares, campamentos, talleres, experimentos y círculos de lectura al aire libre, siempre en conexión con proyectos curriculares cuidadosamente planificados. Cada actividad tiene un propósito claro, parte de un diseño pedagógico y se articula con objetivos concretos de aprendizaje.

Este enfoque permite que los niños y niñas entrelacen sus vivencias con los contenidos académicos, construyendo conocimientos que no solo se comprenden, sino que también se sienten, se recuerdan y se aplican

Lo mejor de ambos mundos:

En CEIA combinamos lo mejor de dos mundos: salones amplios, luminosos y equipados (con proyectores, bibliotecas y rincones de trabajo colaborativo) y, a pocos pasos, la huerta, senderos nativos y un gran patio arbolado, que invitan a la exploración sensorial y al aprendizaje vivencial. La estructura y la tecnología del aula aseguran orden y foco; la naturaleza aporta curiosidad, inspiración y movimiento.

Beneficios cognitivos

La profesora Ming Kuo, de la Universidad de Illinois, demostró que los estudiantes que alternan actividades al aire libre con períodos de trabajo en aula presentan una mayor concentración sostenida y una mejor memoria de trabajo. Estos beneficios no son solo observacionales: están medidos con indicadores concretos y replicados en diferentes contextos educativos.

En la práctica cotidiana, esto se traduce en escenas como esta: luego de una lectura bajo los árboles o un recorrido de observación por un sendero, los estudiantes regresan al aula más enfocados, tranquilos y receptivos, preparados para realizar tareas que requieren atención sostenida.

Salud física y emocional: movimiento con propósito

El vínculo con el entorno natural también tiene efectos directos sobre la salud. El escritor y divulgador Richard Louv acuñó el término trastorno por déficit de naturaleza” para describir el impacto negativo que tiene, especialmente en la infancia, la falta de contacto con espacios verdes.

Incorporar recesos activos, clases al aire libre o proyectos de exploración en la naturaleza ayuda a reducir el estrés, fortalecer el sistema inmune, mejorar la motricidad gruesa entre otros beneficios. A la vez, los salones deben ofrecer condiciones de abrigo y calma, generando una combinación” pedagógica que alterna foco y expansión, quietud y movimiento, sin perder seguridad ni comodidad.

Educación ambiental que se vive y se reflexiona

Cada etapa del desarrollo infantil necesita experiencias concretas, movimiento, juego y contacto directo con el mundo. En este sentido, la naturaleza ofrece un contexto privilegiado para aprender: despierta la curiosidad, invita a explorar con los sentidos y estimula el pensamiento desde lo vivencial.

Lejos de ser solo un entorno agradable, los espacios naturales tienen un enorme potencial educativo cuando se integran con intención pedagógica a la vida escolar. Aulas y naturaleza no compiten, se complementan. Y cuando eso sucede, el aprendizaje se vuelve más profundo, significativo y duradero

Una tendencia que crece

Si bien en CEIA  hemos integrando la naturaleza al proyecto educativo desde hace años, no estamos solos en este camino. Cada vez más instituciones están redescubriendo el valor de los espacios naturales como parte activa del proceso de enseñanza y aprendizaje.

Incluir la naturaleza en la educación no es una moda ni un lujo. Es una decisión pedagógica fundamentada, respaldada por evidencia. La infancia necesita descubrir el mundo con el cuerpo, con los sentidos y con asombro.

En contextos donde el entorno lo permite, como en CEIA, la combinación entre espacios verdes y aulas pedagógicas da lugar a una experiencia educativa verdaderamente transformadora. Porque cuando el aula y la naturaleza se complementan, el aprendizaje no solo ocurre: se enraíza y florece.